En el último cuarto del siglo XIX, la linterna mágica pasó de ser un instrumento científico y para el entretenimiento, a un popular juguete infantil y herramienta para la enseñanza. El mercado mundial fue rápidamente dominado por fabricantes alemanes de juguetes de hojalata, que al momento de la aparición del cinematógrafo y para sostener su inserción comercial, crearon “híbridos” de linterna/cinematógrafo. Con el mismo tipo de proyección vertical y con perforaciones Edison del cine, los híbridos permitían intercambiar proyecciones sin interrupción entre las diapositivas de la linterna y la proyección de una película. Para estos aparatos se necesitaban películas, que también tuvieron una característica híbrida: no se obtenían por medios fotoquímicos. Eran, además, a color, cuando aún no había sido inventada la emulsión color.

Las películas para estos aparatos eran hechas por un proceso de impresión litográfica, la cromolitografía, método versátil de impresión de dibujos en colores. La técnica fue desarrollada principalmente por el litógrafo alemán-francés Godefroy Engelmann de Mulhouse que patentó el procedimiento en 1837.

Las películas cromolitográficas generalmente consistían en loops continuos de alrededor de 30 ó 60 fotogramas, longitud presumiblemente dictada por el tamaño de las piedras litográficas. Una cantidad determinada de loops de animación litografiados venía con la compra de cada proyector, mientras que los loops adicionales estaban disponibles en los catálogos de los fabricantes. La expansión de los temas litografiados en oferta continuó en la década de 1910, mientras que la impresión y comercialización duró hasta la década de 1930. Las películas cromolitográficas representan la primera animación en el cine.

 

Fuente: Anke Mebold – Deutsches Filminstitut