En la actualidad cualquier software de animación logra resultados muy buenos, pero le falta ese algo que los aparatos analógicos del pasado lograron con menos recursos. Se pueden utilizar plugins, para intentar emular la manera de animar un logo o cualquier gráfico pero siempre le va a deber algo a estas máquinas de antes.

Todo empezó con el Scanimate en los 60 en Pensilvania de la mano de Lee Harrison quien un día estaba mirando televisión en su casa listo para ir a dormir, entonces cuando la apagó vio como la imagen se fue achicando hacia el centro hasta hacerse un punto, entonces entendió que podía replicar ese efecto. Al principio sólo hacían algunas puestas interesantes, pero buscaban de qué manera podían convertir esta máquina en dinero.

Inicialmente consiguieron contratos con shows principalmente para animar las aperturas. A los productores les gustaba porque no era un efecto muy caro de lograr. Se utilizaban para producir gran parte de las animaciones vistas en la televisión entre finales de los años 1970 y principios de los 1980 en publicidad, promociones y aperturas de programas.

Las mismas animaciones eran logradas por decenas de ingenieros trabajando en la máquina, creando distintos circuitos (se podría decir que eran literalmente plugins). Se pensaba qué se quería hacer con cada cosa, y se llevaba a cabo, sin posibilidad de controlar ningún nodo como hoy lo pensaríamos a través de cualquier interfaz digital.

Una de las principales ventajas que el Scanimate tenía sobre la animación basada en película y la animación por ordenador era la capacidad de crear animaciones en tiempo real. La rapidez con que la animación podía ser producida en el sistema, así como su gama de posibles efectos, ayudó a reemplazar las técnicas de animación basadas en película para los gráficos en televisión.