Andreas Müller-Pohle
Andreas Müller-Pohle (Alemania, 1951) es un artista medial, fotógrafo, escritor y editor. Estudió Economía y Comunicación en la Universidad de Hanover y Göttingen. En 1979, fundó European Photography, una revista de arte independiente para fotografía y nuevos medios. Sus primeros proyectos artísticos de finales de los 70 se centraban en la fotografía y la percepción, después trabajó con video y el reciclaje de imágenes y a mediados de los 90, comenzó a explorar el uso de códigos genéticos y digitales. Como editor, Müller-Pohle publicó varias obras del filósofo medial Vilém Flusser.
En 1995, el artista realizó la obra Digital Scores. Se conforma por una serie de imágenes en base a la foto considerada la primera de la historia, “Point de vue du Gras” de Josep-Nicéphore Niépce, que fue sacada en 1826, con un tiempo de exposición de ocho horas, medida que no podría corresponder a una percepción humana. En la obra, Müller-Pohle la digitalizó y convirtió la información contenida en los siete millones de bytes en signos alfanuméricos que distribuyó en ocho cuadrados. El resultado, incomprensible para el ojo humano, representa la descripción binaria completa de la primera fotografía de la historia que se conserva. El tiempo de la representación de la foto analógica se convierte en representación de información digital. Reflexiona sobre el creciente (en ese momento) uso de datos en múltiples ámbitos de la vida, incluyendo el arte y sobre las formas de hacer fotografía digitalmente, pero también cuestiona la condición indicial y “transparente” de la imagen fotográfica. Mediante el procedimiento se plantea si la fotografía alguna vez fue captura de lo que se tenía enfrente, a través de la ventana, o no será que siempre mantuvo una relación distanciada, codificada y diferente a la percepción humana, con el objeto fotografiado.
En su serie fotográfica Transformance (1979-1982), Müller-Pohle saca diez mil fotos en movimiento, sin mirar por el visor de la cámara. El acto fotográfico se vuelve un acto azaroso que evita la premeditación de la foto.
En Analog-Digital Mirror (2004), muestra como un retrato analógico, según la experiencia sensorial, se convierte en su correspondencia digital a base de texto. Una cámara integrada a una pantalla captura la imagen de las personas que se paran enfrente. Si la persona se mueve, el movimiento es transformado en código alfanumérico y mostrado visual y sonoramente, se empieza a ver una imagen digital fluida. Si la persona se queda quieta, aparece una representación pictórica de la persona, una imagen “real”, que indica la rigidez del medio analógico. Si el movimiento es intermedio, las dos formas se superponen.
En Yumiko (2001-2002), una bailarina mira a cámara durante cuatro minutos. Los movimientos de sus ojos determinan el ritmo de la secuencia de símbolos que se deslizan por la parte inferior de la imagen, que representan el código alfanumérico de la imagen promedio sacada de los seis mil fotogramas que componen el video entero. Entonces, Yumiko presenta dos percepciones, la de su cara, imagen analógica creada mediante la captura y su código digital, percibido únicamente como ruido.