La apoteosis de San Ignacio
San Ignacio de Loyola es una iglesia barroca de Roma construida en 1626. En el techo de su bóveda, un gran fresco realizado con la técnica de la quadratura (en la que arquitectura, escultura y pintura se entremezclan) posee efectos ópticos particularmente sorprendentes.
Se trata de una obra realizada por Andrea Pozzo, un pintor, arquitecto y teórico del arte barroco italiano, que busca representar la labor llevada a cabo por los jesuitas en cuanto a la evangelización del mundo. La pintura, de 17 metros de diámetro, se funde con la arquitectura de manera tal que cuando el observador mira un punto marcado por un disco de cobre amarillo, el techo deja de existir para dar lugar a un cielo cubierto de nubes y figuras angélicas. Supone una exaltación de la figura de San Ignacio de Loyola, quien es colocado como eje de la composición.
La contribución de Andrea Pozzo no se centra exclusivamente en la bóveda, sino en otros frescos y pinturas situadas en diversas partes del interior de la iglesia. La más conocida es la “falsa cúpula”, en la que vuelve a recurrir a la quadratura y al trampantojo para desviar el punto de fuga de la pintura hacia la zona de la nave, de manera que el espectador perciba que la propia cúpula se mueve con él a lo largo de su recorrido por el interior del templo.
Las decoraciones de Pozzo establecieron el estándar para los frescos del techo en toda la Europa católica, y fueron ampliamente imitadas en las iglesias de la orden jesuita en Italia, Austria, Alemania y Europa Central. Su obra constituye el último estadio en la divulgación de la técnica perspectiva, a través de un plan docente fácilmente aplicable a cualquier ámbito de la arquitectura y la pintura, en el que confluyen la tradición óptico-perceptiva y el dominio geométrico-matemático. Su legado se remonta a los dispositivos contemporáneos de realidad aumentada, virtual y mixta, así como el formato de proyección fulldome.