Opiniones sobre arte conceptual
Los artistas conceptuales son más místicos que racionalistas. Llegan a conclusiones inasibles para la lógica.
Los juicios racionales repiten juicios racionales.
Los juicios irracionales conducen a nuevas experiencias.
El arte formal es esencialmente racional.
Los pensamientos irracionales deben ser atendidos lógica y absolutamente.
Si el artista cambia de opinión en medio de la ejecución de la pieza, compromete el resultado y repite resultados pasados.
El deseo del artista es secundario con respecto al proceso que inicia desde la idea hasta la conclusión. Su voluntad puede ser solamente ego.
El uso de palabras como pintura y escultura connotan toda una tradición e implican una consecuente aceptación de esta tradición, poniendo así limitaciones al artista que sería reacio a hacer arte más allá de las limitaciones.
El concepto y la idea son diferentes. El primero implica una dirección general mientras que la segunda es el componente. Las ideas implementan el concepto.
Las ideas pueden ser obras de arte; están en una cadena de desarrollo que puede eventualmente encontrar alguna forma. No todas las ideas necesitan plasmarse físicamente.
Las ideas no proceden necesariamente en un orden lógico. Pueden dispararnos en direcciones inesperadas, pero una idea debe ser necesariamente acabada en la mente antes de formar la siguiente.
Para cada obra de arte que deviene física hay muchas variaciones que no devienen físicas.
Una obra de arte puede ser comprendida como un hilo conductor desde la mente del artista hasta la mente del observador. Pero puede no alcanzar nunca al observador, o puede no abandonar nunca la mente del artista.
Las palabras de un artista a otro pueden inducir una cadena de ideas si ambos comparten el mismo concepto.
Como ninguna forma es intrínsecamente superior a otra, el artista puede usar indiferentemente cualquier forma, desde una expresión de palabras (escritas o habladas) hasta la realidad física.
Si se usan las palabras, y proceden de ideas sobre el arte, entonces son arte y no literatura; los números no son matemática.
Todas las ideas son arte si conciernen al arte y están dentro de las convenciones del arte.
Uno suele entender al arte del pasado aplicando la convención del presente, y así malinterpretar el arte del pasado.
Las convenciones del arte son alteradas por las obras de arte.
El arte exitoso cambia nuestro entendimiento de las convenciones alterando nuestras percepciones.
La percepción de ideas conduce a nuevas ideas.
El artista no puede imaginar su arte, y no puede percibirlo hasta que esté completo.
Un artista puede percibir mal una obra de arte (entenderla de otro modo que el artista); pero ese malentendido puede igualmente dispararle su propia cadena de pensamientos.
La percepción es subjetiva.
El artista puede no entender su propio arte. Su percepción no es ni mejor ni peor que la de otros.
Un artista puede percibir el arte de otros mejor que el propio.
El concepto de una obra de arte puede implicar el material de la pieza o el proceso por medio del cual se realiza.
Una vez establecida la idea de la pieza en la mente del artista y una vez decidida la forma final, el proceso se lleva a cabo ciegamente. Hay muchos efectos secundarios que el artista no puede imaginar. Estos pueden usarse para nuevas obras.
El proceso es mecánico y nada debe entrometerse en él. Debe seguir su curso.
Hay muchos elementos comprometidos en una obra de arte. Los más importantes son los más obvios.
Si un artista usa la misma forma en un grupo de obras, y cambia el material, uno podría asumir que el concepto del artista implicaba al material.
Las ideas banales no pueden ser rescatadas gracias a una bella ejecución.
Es difícil estropear una buena idea.
Cuando un artista aprende su oficio demasiado bien entonces hace arte superficialmente atractivo.
Estas opiniones versan sobre arte, pero no son arte.
Frases escritas por Sol Lewitt, artista fundador del arte conceptual norteamericano. Influido por la fotografía secuencial de Eadweard Muybridge, investiga la idea de un sistema serial, creando piezas en las que las partes ocultas pueden inferirse a partir de los elementos vistos, siguiendo una secuencia regular de intervalos y proyecciones.
Con ello se convierte en un exponente fundamental del arte conceptual, con un ulterior desarrollo (a finales de los sesenta y en los setenta) de la convicción de que la idea que sustenta una obra de arte es más importante que su propia concreción material.
En 1967 empieza a hacer dibujos sobre paredes que son cubiertos cuando termina la exposición, siendo, por tanto, más conceptuales que objetuales; pueden ser ejecutados por operarios, y adaptados a un espacio dado. Al igual que las estructuras, siguen un sistema direccional establecido por el artista. Su génesis es lingüística y matemática: la idea se desarrolla en un texto donde se explican las leyes geométricas en las que se basará la obra.