Poesía Sonora
La Poesía Sonora, Lautgedichte, es considerada como el tipo de poesía experimental en la cual predomina el sonido, dejando por fuera a la palabra como mero vehículo de significado. El término es definido por el poeta alemán fundador del movimiento dadaísta, Hugo Ball.
Hugo Ball, parte del movimiento dadaísta, inventa la “anti-poesía”, versos sin palabras, en forma de protesta en contra del uso que le daba el periodismo al lenguaje. Su poema “Karawane”, es considerado el primer poema sonoro del dadaísmo, formado por fonemas sin ningún significado.
“En estos poemas fonéticos expresamos nuestra intención de renunciar a un lenguaje que el periodismo ha agotado y tornado estéril. Debemos recurrir a la más profunda alquimia de la palabra, e incluso sobrepasarla, para conservarle a la poesía su santuario más sagrado”
Su origen se encuentra ligado a las vanguardias artísticas de comienzos del siglo XX, principalmente en el futurismo ruso, futurismo italiano, dadaísmo, y al movimiento MERZ, encabezado por Kurt Schwitters.
Los poemas fonéticos desarrollan los elementos básicos de la música: intensidad, sonido, tiempo, tono, etc., comportándose como literatura y música a la vez.
A partir de los años 50, tanto el letrismo como el concretismo incorporaron poemas sonoros a su proceso de experimentación. Con la aparición y popularización del magnetófono, el cual permitía nuevas formas de grabación de sonido, provoco el impulso para una nueva concepción del término “poesía sonora”, que según Henri Chopin, cualquier poema hecho por y para el magnetófono.
Por otro lado Bernard Heidsieck, utiliza esta nueva tecnología para la yuxtaposición de textos, cambio de velocidad y volumen y recitado, e incorpora sonidos encontrados como los ruidos del cuerpo, grito de niños, sonidos de la ciudad, combinados con la lectura y la acción. El magnetófono no es utilizado únicamente como un instrumento de registro y archivo sino como un instrumento de investigación y composición poéticas.