Maurizio Bolognini, (Italia, 1952), es un artista de medios electrónicos posconceptual. Sus instalaciones se ocupan principalmente de la estética de las máquinas, y se basan en la activación mínima y abstracta de procesos tecnológicos que están más allá del control del artista, en la intersección del arte generativo, el arte público y la e-democracia (democracia electrónica).

Instalación, 1992

Bolognini estudió planificación urbana y ciencias sociales de la Universidad de Birmingham, Reino Unido, y la Universidad IUAV de Venecia. Trabajó como investigador en el campo de las técnicas de comunicación estructurada (como el método Delphi en tiempo real) y la democracia electrónica. Sus intereses en investigación y en la producción de obras de arte se han centrado en tres dimensiones principales de las tecnologías digitales:

– la posibilidad de delegar su acción artística en el tiempo infinito de la máquina, como en su serie Máquinas programadas de 1988. Esta serie introdujo el concepto de infinito en su trabajo, y se centró en “la experiencia de la desproporción y disyunción entre el artista y la obra de arte, que es posible gracias a las tecnologías informáticas“.

– los flujos espacio-temporales de la comunicación tecnológica, y la interacción del espacio geográfico y electrónico, que dieron lugar a trabajos como Altavista de 1996, Antípodas de 1998 y Museofagia de 1998-99, en el que el uso de flujos de comunicación basados en la web se centró en su infraestructura física y, a menudo, se combinó con acciones tomadas durante viajes de larga distancia.

– la introducción de nuevas formas de interactividad basadas en técnicas de comunicación estructuradas y e-democracia, que utilizó desde el año 2000 en instalaciones como las CIM, máquinas de inteligencia colectiva, e ICB Interactive Collective Blue,  de 2006

Máquinas programadas, 1988

Algunas de estas obras se desarrollaron a través de una intensa cooperación con Artmedia, el Laboratorio de Estética de los Medios y la Comunicación, la Universidad de Salerno y el Laboratorio Museo de Arte Contemporáneo (MLAC) de la Universidad Sapienza de Roma. En 2003, el MLAC publicó una monografía sobre el trabajo de Bolognini. En 2004 Artmedia organizó una exposición que tenía como objetivo destacar una tendencia europea en el arte de los nuevos medios, basada en el concepto de lo sublime tecnológico. La muestra incluyó obras de Roy Ascott, Maurizio Bolognini, Fred Forest, Richard Kriesche y Mit Mitropoulos.

CIMs: interaction structure, 2000

En 1988, Bolognini comenzó a usar computadoras personales para generar flujos de imágenes aleatorias en continua expansión. En la década de 1990, programó cientos de estas computadoras y las dejó funcionando de forma infinita (la mayoría de ellas todavía funcionan). Acerca de sus máquinas programadas escribió: “No me considero un artista que crea ciertas imágenes, y no soy simplemente un artista conceptual. Soy uno cuyas máquinas realmente trazaron más líneas que ninguna otra persona, cubriendo superficies ilimitadas. No estoy interesado en la calidad formal de las imágenes producidas por mis instalaciones, más bien en su flujo, su ilimitado espacio y tiempo, y la posibilidad de crear universos de información paralelos formados por kilómetros de imágenes y trayectorias infinitas”.

Maurizio Bolognini, IMachine #16 (1992),  serie Macchine programmate/Programmed Machines.
Installación en espacio público.

Desde el año 2000, Bolognini se ha concentrado en combinar las Máquinas Programadas con dispositivos de comunicación, como en la serie Máquinas de Inteligencia Colectiva. Estas son instalaciones interactivas que conectan algunas de sus máquinas generadoras a la red de telefonía móvil, para permitir una interacción en tiempo real con el público. Estas instalaciones delegan opciones tanto en dispositivos electrónicos como en procesos de comunicación y e-democracia con el objetivo de involucrar a la audiencia en nuevas formas de “arte generativo, interactivo y público”.

El trabajo de Maurizio Bolognini ha sido considerado relevante para la teoría de lo sublime tecnológico y la estética del flujo (en oposición a la estética de la forma), y es visto como un desarrollo adicional del arte conceptual dentro del arte neo-tecnológico.